sábado, 19 de abril de 2008


Esta noche me estoy volviendo loca
Los dedos me resbalan y sumergen
en la arena sutil de un pasado
seductor como el tronco grueso
Y ya no me creo

Quedarme quieta, abrazada a mis piernas
oliéndome hacia dentro
recuperando el sonido
de una respiración ajena
que suena afuera, más allá de la ventana.

Vieja. Extasiada y vieja
Y de nuevo, con la fuerza
de un descubrimiento antiquísimo
recupero al cóndor
que quedó petrificado
en Nínive
Sin intuir que la luna
la arena suave de mis dedos
las palabras dichas en voz alta
las calladas, las gritadas
y las estampadas como un golpe
iban a provocar su remonte

Despertó el cóndor, lo intuí
cuando empecé a buscar a Nínive
Cuando tejimos la red de plata
entre tú y yo, hacendosos
hacedores de palabra

Y ahora, descansaremos
porque lo no soñado
no contado, no dicho
no bajará a la Tierra
no hará nido...

Planeará sobre nuestras cabezas
incansablemente, implacable
y ya nunca descenderá
Ojos áureos lo vigilarán
No volverá a la piedra
al no ser

No. Ya no.

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