viernes, 28 de mayo de 2010

Poemas escritos por brigadistas británicos durante la guerra civil española

Emotivo acto de presentación del poemario 'Hablando de leyendas', editado por Baile de Sol. Antonio Díez recitó poniéndonos los pelos de punta a todos y contó anécdotas sobre el libro.





Sylvia Townsend Warner - BENICÁSIM

Aquí descansamos un momento.

El aire está cargado de sol y sal y color.

Sobre la palmera y el limonero, sobre el cactus y la adelfa

reposa un polvo con polvo y sal y polen.

Y las brillantes casitas

en fila como papagayos posados,

y allá, rígida e inmediata,

se cierne la montaña.

Y me da la sensación de que hemos venido

a un paisaje del Aqueronte luminosamente pintado.

A lo largo de la playa

con descoloridos pijamas de algodón, en alpargatas,

deambulan los que se han levantado de la muerte,

los heridos, los mutilados, los tullidos.

O descansan desnudos, sus arriesgadas carnes al aire

salado, al recobrado sol,

o se bañan en este mar sin mareas, o se sientan a tocar la arena.

Pero este lugar es estrecho, estrecho en este espacio

engalanado de sol y ocio y calor, de regreso

a la vida y al consuelo de los vivos. Tuerce

(¡No tuerzas!) la vista hacia el interior:

allí, rígidas como la muerte e implacables, se alzan

las montañas – y al alcance de la mano.

NOTA: En Benicásim, en la costa mediterránea de España, se encuentra la casa de reposo para convalecientes heridos del Ejército Popular y el pabellón dedicado a Ralph Fox, financiado por el Comité de Ayuda Médica a España.

David Marshall - HE PERMANECIDO EN ALERTA EN UNOS AMANECERES ASQUEROSOS

En el Jarama, los moros se arrastraban por detrás de los centinelas que guardaban el puente, rajaban sus gargantas y los mutilaban. El puente se perdió y en consecuencia, muchos hombres fueron asesinados.

He permanecido en alerta en unos amaneceres asquerosos

cuando incluso los insectos dormían

el amigo reclamado por el enemigo –una instrucción ridícula

ningún regimiento del ejército ni ningún botón bien lustrado

podría protegernos contra la patrulla oscura

la navaja silenciosa que raja la garganta

y derrama sangre a borbotones en todas las cavidades

el cerdo fascista echa raíces en nuestro jardín

y muchos hombres fueron rajados y otra vez rajados,

sus cojones embutidos en bocas rotas.

No habíamos esperado tal atrocidad

que franco utilizara a estos infieles

para fortalecer su cruzada más cristiana.



Ewart Milne - CANCIÓN DEL MERCADO DE NOCHE

Por las plazas silenciosas

la guitarra suena alto.

¿Te acuerdas de Carlos, María?

Su canción encendida

encaramándose a la balaustrada

sobre la dudosa calma

del anochecer

¿Te acuerdas de Carlos, María,

ahora que los nobles han vuelto a sus castillos?

Polvo es su muerte, María.

Su sangre de poeta oxida

las azadas de los campesinos,

doblando sus espaldas

en los campos de olivos.

¿Te acuerdas de Carlos, María,

ahora que los nobles han vuelto a sus castillos?

La guitarra suena alto

por las plazas silenciosas.

Anónimo - EL INTERNACIONALISTA1

Ich came nach Spain im Januar

yo hablar seulement English

but jetz I say comment ça va,

wie geht`s, qué tal, tovarisch.

Ich fahre mit mein ambulance

in working shirt and panties,

no tengo tiempo por romance

y arbeit más duro que antes.

Wenn abend kommt, I say bon soir,

mi couvertures alles verloren,

ich bin sehr kal, but I am told

c`est la guerre, das der krieg, there`s a war on.

But underer dings ich hat gelernt

that mange ist nicht viel,

nosotros fleisch is sometimes burnt,

mit garlic, también huile.

Pero una idea es über alle,

an idea muy profundo,

we`ll arbeit schwer for Franco`s fall

und U.H.P. en todo el mundo.




James R. Jump


Traducción de James R. Jump


CIGARRILLO COMPARTIDO

Hace medio siglo,

durante un breve recalmón en la batalla,

compartimos un pitillo,

el último de diez Woodbines2

que me habían enviado envueltos en un periódico.

Liamos dos cigarrillos esqueléticos

y suspiramos contentos

mientras tragamos el humo,

llenándonos los pulmones con dulce aspereza.

Más tarde aquel día te mataron

y enterramos tu cuerpo allí

en la montaña de Gandesa.

Cincuenta años después

todavía vagueas

en los márgenes de mi mente,

haciendo repentinas incursiones

en mi nebulosa memoria.

Sin previo aviso, aparece tu cara

y veo otra vez la sonrisa permanente,

los ojos destellantes,

la mal afeitada barbilla.

Entonces recuerdo cómo eras,

caído sobre tu ametralladora silenciada.

En el bolsillo de tu camisa hallamos

una pitillera vacía,

ni una hebra, ni una miga de tabaco.

Me alegró entonces

y todavía me alegra

haber compartido contigo, George,

el último Woodbine.

12 de julio 1988

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